Entrevista a Héctor Luján, autor de “Mariposa sobre luna”: una obra para generar conciencia ambiental

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Héctor Luján

 

«Mariposa en la luna» es la última propuesta teatral del grupo cordobés Ulularia, dirigida a chicos a partir de los 8 años. Parte de la historia real de una joven ambientalista estadounidense, quien vivió en una secuoya de 1500 años y 55 metros de altura del bosque Stanford en California, durante 738 días, desde diciembre de 1997 a diciembre de 1999, con el propósito de evitar su tala.

El relato está recreado en tierras cordobesas y tiene como objetivo generar conciencia ambiental y difundir una vida apasionada y con fuertes convicciones que logró salvar la vida de un bosque entero.

Qué hacemos má?! entrevistó a Héctor Luján, autor y Director de la puesta, quien brindó más detalles de su producción y puesta en escena.

La obra se presentará durante el Festival Señores Niños al Teatro!, el viernes 12 a las 15 hs; y el sábado 13 de mayo a las 16 hs, en el Teatro Real de la ciudad de Córdoba, San Jerónimo 66, con una entrada general de $100.

 

“Mariposa sobre  luna” está basada en la vida de Julia “Butterfly” Hill, ¿en qué circunstancias comenzaste  pensarla y a escribirla? ¿Cuáles fueron las motivaciones que te acercaron a  la temática?

HJ:-Escuché la nota por la radio. Yo iba manejando, dirigiéndome a un taller de objetos y escucho en el programa “Subversiones” en el cual el periodista Pablo Ramos hablaba sobre este hecho. Recuerdo que iba con mucho entusiasmo al taller y esto me atravesó. Durante el taller, cuando comencé a imaginar, todo el relato se me representaba en títeres, escenas, imágenes, muchas imágenes. Ya en casa decidí pedirle por Facebook a Pablo más información y él me envió un link. Comencé a investigar, busqué notas, imágenes, videos, hasta lograr conseguir  el libro “El legado de Luna”. Tiempo después con mi grupo Ulularia teatro, realizamos una reunión para desarrollar nuevos proyectos y yo propuse esta idea. De inmediato mis compañeros apoyaron esta aventura. Entonces me contacté con la mismísima Julia “Baterfly” Hill, le expresé mi inquietud y pregunté si tenía alguna objeción o requisito para desarrollar un texto dramatúrgico  basado en su biografía. Al tiempo me contestó autorizando a trabajar  a partir de su historia.

 

¿Podrías comentarnos sobre los procedimientos dramatúrgicos con los que desarrollaste el texto?

-Bueno, la escritura tuvo muchas idas y vueltas. En primer lugar pedí asistencia a Ariel Dávila, quien me asesoró en la primera parte del proceso de escritura. Comencé por resumir toda la experiencia relatada por Julia Hill  en su libro, con el criterio de seleccionar las imágenes y frases que más  me provocaban. Después vino la parte de armar una especie de relato, teniendo en cuenta también los dispositivos teatrales y técnicos con los que quería contar para efectuar el proyecto: música, actuación, sombras y títeres. Ahí decidí dividir la historia en la infancia de Julieta por un lado y su  presente combativo por el otro. Las dos líneas temporales se tocaban y alternaban el flashback. Con los títeres y los actores, comencé destacando más los personajes humanos, animales y el árbol, mientras que el juego con las  sombras lo destiné  a los momentos más sensitivos y metafóricos.

 

¿Cuál fue  tu motivación como autor al llevar esta temática a escena?

-Creo que la motivación es la vida misma, es mi infancia y la relación con los animales y las plantas,  mis recuerdos subido a los árboles para jugar, estudiar o simplemente para estar. Encontraba ahí arriba un refugio, un espacio de contención que no tenía. Ya de grande, hubo un par de episodios con personas cercanas que me concientizaron sobre el cuidado del medio ambiente: qué hacer con la basura, cómo reciclar, registrar las condiciones de vida de los animales que conviven con el hombre como mascotas, y las que no, etc. Creo que mis amigos, mis sobrinos, mis seres queridos me fueron marcando muy de cerca los malos hábitos y eso me creó conciencia del daño que continuamente le estamos haciendo al planeta.

 

¿Cuáles son tus expectativas al poner este texto en escena de hoy, con el problema de la tala indiscriminada tan candente?

-Creo que principalmente es crear conciencia. Apunto a un público infanto/juvenil, una franja entre los 8 y 15 años. Esa edad donde te empezás a preguntar cosas de la vida y donde se forjan las ideologías. Un momento en que sos permeable a las ideas y a las imágenes. Donde también se comienza a disputar un lugar en la vinculación con los adultos. Donde hay espacio para discutir, para hablar de lo que está bien y lo que está mal, donde las reglas se ponen en duda y se determinan nuevos criterios para fijar nuevas pautas de convivencia.

 

¿Podrías comentarnos cuáles son las especificidades  de esta  nueva puesta en escena? Aquí intervienen títeres, hay un trabajo profuso con las sombras ¿Cuál es el trabajo de la actuación con ellos, cómo te propusiste vincularlos?

-En su estreno, hace año y medio contamos con muñecos tridimensionales y también  sombras. Fue difícil encontrar un código que pudiera establecer las dimensiones que había que trasladar a escalas reales.

Por eso nos tomamos el tiempo para modificar el código con el que íbamos a representar determinadas situaciones. Cuando empezás a incursionar en sombras, aparece un universo infinito de posibilidades y es muy difícil no dejarse seducir por todo lo que aparece. Igualmente, tuvimos en cuenta principalmente que la sombra iba a expandir la realidad escénica, esto es hablar de espacios, paisajes, contextos, etc. Otro de los criterios fue utilizar la sombra para generar climas, y exponer estados de emotividad de los personajes, para develarlos a la luz. Hay momentos en que se ve a los actores en sombras y hay momentos en que necesita hacer un zoom para contextualizar la situación, y aquí también está la sombra. Solo que en este segundo código, la imagen responde más al lenguaje fotográfico. Son placas estáticas que pintan un lugar o nos sitúan en un espacio. Por otro lado, también cruzamos esos sentido de lo móvil y lo estático, el títere plano con algunos mecanismos en el foco de la imagen, mientras que en el fondo hay un paisaje que contextualiza. También decidimos complejizar la escena, vinculando al actor en vivo con personajes en sombra, para ello tomamos la idea de fragmentar el plano general en dos frentes: el actor no mira directo a la pantalla, su punto de referencia está en otro lugar, es el espectador quien debe unir este paralelo y darle sentido.

 

¿Cuáles creés fueron las elecciones fundamentales que permitieron desplegar la  poética de la puesta?

-Creo que las sombras, sin dudarlo. La sombra necesita la luz para aparecer, para existir. En la obra, la sombra pone en evidencia, saca a la luz, lo que muchas veces no vemos, lo que pasa inadvertido por nuestras vidas, lo que ya hemos naturalizado.

 

El diseño sonoro es sumamente vital y logra crear los diversos ambientes necesarios del espectáculo ¿Cómo y por quién fue construido?

-El diseño y la composición sonora estuvo a cargo de Pablo Farías, un músico con el cual hemos compartido otros espacios y sabemos que tiene mucho conocimiento de la escena y también del público a quien va dirigido. La música, principalmente contempla sonidos que provienen de instrumentos relacionados con la madera, con la tierra, con el aire. Más que describir ambientes, o graficar espacios, funciona como la acción misma. Es la que marca el ritmo de la obra, los pasos del tiempo, las elipsis, las transiciones. Este lenguaje (que en un principio se hacía en vivo, pero por las complejidades técnicas hubo que grabar), atraviesa la obra de punta a punta, generando climas, y expandiendo sentidos.  A la música, se le sumaron voces en off. Los medios de comunicación juegan un rol fundamental en la obra y en el hecho biográfico original, y decidimos que principalmente, las repercusiones y presencia de los medios aparecieran sin imágenes concretas de la persona.

La obra comienza con una radio en sombra, una radio que es una figura plana a plena vista del espectador, quien ve el recurso con el que se genera el efecto, y en esta escena aparece la voz de Favio Lorenzin, que hizo su valioso aporte de forma desinteresada, prestando la voz al periodista que expone el contenido sensible del que habla la obra. Este personaje, el de un policía represor y el de un medio amarillista, son los que aparecen en off como imagen sonora, que tantas veces escuchamos durante el día, a los cuales muchas veces no se les da entidad (sobre todos los niños y adolescentes), pero que de igual modo, sus discursos se van fijando en nuestro inconsciente.

 

También participaste del proceso de construcción de los títeres ¿Podés compartir con nosotros como fue esa experiencia?

-Al hacer sombras se hace muy difícil tener que generar una tridimensionalidad. Por ello es que fui directo a lo “más fácil”: para definir personajes, decidí utilizar solo cuerpos planos que generen siluetas, pero para animarlas, era necesario intervenirlas, más allá de la posibilidad que se puede lograr con mover el objeto de un lado a otro, las apariciones y modificar las distancias con la fuente de luz. A mí, el ojo me pedía más, y entonces aparecieron los mecanismos. Algunos son muy sencillos, porque esa fue la decisión; no quería saturar de un falso virtuosismo de ductilidad a la escena. Hay muñecos que solo mueven la boca, porque es necesario que respondan sólo así, como el personaje del Patrón, un tipo insensible e insensato. Por otro lado está Juli, alias Mariposa; que como protagonista, es necesario verla con más vida, con más gestualidad, por eso en ese caso, decidí  trabajar con mecanismos de varillas e hilos.

Leé nuestra opinión de la obra, acá.

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