Lenguaje inclusivo en escuelas: una excusa para hablar de integración social y respeto a la diversidad

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¿Qué es el lenguaje inclusivo?, ¿por qué surge?, ¿quiénes lo hablan?, ¿cuál es su uso en Villa Carlos Paz y alrededores?, ¿a quiénes representa y qué implica usar palabras como “Les” o “Nosotres”, entre otras modificaciones que se le hacen al lenguaje? , ¿resuelve algo?, ¿por qué produce tanto rechazo en algunas personas y no en otras?

Estos interrogantes fueron los disparadores del desarrollo del tema, llevado a cabo tras consultar a  docentes de diferentes instituciones educativas de la ciudad y localidades aledañas, como así también a jóvenes dispuestos a hablar del lenguaje inclusivo, y a referentes de minorías que representan a  las disidencias sexuales y que lo usan diariamente.

Uno de los mejores artículos  escritos sobre el tema en la Argentina este año, decía que percibimos las cosas que suceden, muchas veces, cuando se convierten en cuestiones disruptivas, que irrumpen en nuestra realidad cotidiana produciendo un quiebre, y eso molesta, claro está. Sucede cuando vemos o escuchamos palabras “mal escritas” como “elles”, “chic@s”, “chiques”, etc. Mal escritas porque no aparecen en la Real Academia Española, que es la que se encarga de velar por las reglas y el uso correcto de nuestro lenguaje.

Por otro lado, la lengua nos permite la posibilidad de nombrar y a partir de esto, todo el universo simbólico existe y se constituye. Gracias a la lengua, nuestra capacidad de abstracción y entendimiento se complejizan. A través de ella nombramos las cosas, los objetos, la realidad, dividiendo en masculino y femenino. Así, surge lo que implica ser mujer y ser hombre, culturalmente hablando. Se empiezan a generar estereotipos y categorizaciones del tipo: los nenes no lloran, usan celeste o azul, les gusta los deportes y si son rudos, mejor. Las mujeres gustan del rosa, juegan a las muñecas,  a las princesas o a ser maestras o mamás. Todo eso sigue existiendo aunque los tiempos hayan cambiado y sea necesario, por fortuna,  reconocer los logros alcanzados en materia de derrumbamiento de esos estereotipos o clichés.

Ahora bien, ¿qué les molesta a quienes hacen hincapié en el lenguaje sexista?  Que nombren ciertos roles y trabajos sólo en masculino; que haya que referirse a la persona genérica como ‘el hombre’ o que se identifique lo ‘masculino’ con la humanidad. Es decir, al hecho de “usar las formas masculinas para referirse a ellas pero también para referirse a todes, dejando las formas femeninas sólo para ellas; nombrando a las mujeres (cuando se las nombra) siempre en segundo lugar”[i].

Desde lo simbólico, entonces, desde el lenguaje, se busca interpelar al otro, diciendo: ‘acá estoy para romper estereotipos y hacer valer mi voz y mis derechos’. En muchos casos esto se queda sólo en proclama verbal y en otros, es parte de una acción coherente de verdadera inclusión del diferente del otro, desde el lugar social que se ocupe, o haciendo valer los derechos de las minorías en el terreno político social.

 

Puntos de vista

Hay diferentes  opiniones respecto al lenguaje inclusivo. En un extremo, algunos piensan que va de la mano de ideologías inseparables, de una especie de combo peyorativo que ellos mismos construyen para atacar a ese enemigo abyecto que contiene a los otros: abortistas, de izquierda, con ideología de género y uso de un lenguaje que deforma la lengua inmaculada; a otros simplemente les parece una estupidez, una aberración de gente que no tiene otra cosa mejor que hacer.

Están por supuesto los que adhieren completamente a éste, porque es una de sus herramientas para la lucha social, como los trans, travestis, no binaries, o quienes lo usan para lograr la inclusión de otros, desde diferentes lugares de la sociedad, como en el caso de algunos profesores en distintos ámbitos educativos, o de los jóvenes que usan la temida ´e´ cuando hay pares con identidad sexual indefinida o cuando quieren empatizar con un grupo que lo usa.

Y en el medio se encuentran, quienes, sin  combatirlo, mantienen  una postura crítica, viendo en el lenguaje inclusivo un gesto provocador que ayuda a pensar la inclusión, aunque no soluciona ninguno de sus problemas de raíz.

Darío Ricardo, Profesor de lengua  del CENMA de Icho Cruz, opinó: “Todo lo que hoy por hoy genere espacios y conciencia de inclusión, es importante. El lenguaje tiene un anclaje claramente machista. Los usos y las formas del lenguaje tienen esa característica. Es interesante el lenguaje inclusivo en ese sentido, pero me parece que no está yendo a la par de la reforma de contenidos y acciones en serio que la sociedad está necesitando para lograr la igualdad y la inclusión de todos. Para mí, la modificación del lenguaje debería ser posterior a otros cambios y trabajos profundos que debemos realizar como sociedad, a conciencia,  generando reales derechos y conciencias de lo que no se hace. Y mucho de lo que se dice en materia de inclusión, tampoco se hace”.

Por otro lado, el docente aseguró que: “hace falta un plan de acción para la inclusión de las personas en la sociedad desde las medidas concretas, para que el lenguaje inclusivo no termine siendo un adorno, algo superficial que no se lleva a práctica. La palabra, que no es algo menor, lamentablemente hace más ruido a las personas que la falta de acciones de inclusión en distintas instituciones, sobre todo los educativas, donde la verdadera inclusión debería ser algo que se ejerza todos los días, en todos los aspectos”. 

Consultado por el rol específico de las instituciones educativas y el lenguaje inclusivo, Darío Ricardo se animó a ir un poco más allá con su reflexión: “La escuela debería ser un lugar donde poder debatir cómo incluir a los diferentes, un lugar para lograr una igualdad entre los géneros, o para terminar con parámetros machistas que se aplican a todo, y también para pensar en las personas distintas a la mayoría que necesitan ser incluidas dentro del Sistema. Para mí, el debate del lenguaje inclusivo en la escuela sirve para ir al fondo y tratar la falta de tolerancia, la falta de aceptación y de reglas y de derechos para todos, basados en la igualdad de condiciones”.

 La palabra del docente

Una profesora de la Escuela Remedios de Escalada también se expresó sobre el tema: “Yo creo que la lengua está siempre en evolución, a lo mejor no lo vemos ahora, quizás ahora el lenguaje inclusivo sea sólo para hacer ruido o “para molestar”, pero quién te dice no se use en generaciones futuras, o sea, la lengua puede evolucionar hacia ese lenguaje, hacia el uso de la ´e´, en lugar de usar la  ´o´  ó la ´a´, por  ejemplo. Los chicos de nuestra escuela normalmente no lo usan de forma cotidiana. Sí tengo entendido que grupos minoritarios de LGTB (Lesvianas, Gays, Trans, Travestis, Bisexuales) lo usan bastante. Puede que esto quede o no, porque la sociedad busca cambios pero a veces no prosperan y las acciones o los intentos son superfluos y no pueden arraigarse lo suficiente como para cambiar cosas. Igualmente pasan muchos años antes de que se produzca el cambio en la lengua. Habrá que ver”.

Convencido de la escasa utilización del lenguaje inclusivo, Luis María Amaya, docente del IESS (Instituto de Enseñanza Secundaria Superior) y del Instituto Industrial Cristo Obrero de Carlos Paz, brindó su punto de vista: “En el IESS prácticamente no se usa lo que se denomina lenguaje inclusivo. No tengo, por lo que puedo constatar, alumnos que lo usen entre ellos, incluso alumnas que podrían defender algunas prerrogativas del lenguaje inclusivo. En algunos casos hay un rechazo notorio de parte de los chicos sobre su uso. El fenómeno que se ve de una cantidad importante de adolescentes, hablando con lenguaje inclusivo, para mí tendría que ubicarse en el contexto de Capital Federal y algunos sectores de la provincia de Córdoba o en la capital, en el Belgrano, y en las carreras de Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. La sensación es que hay más visibilidad del tema, que gente hablándolo”.

Por su parte, María Ester Mentesana, Representante Legal del Instituto Dante Alighieri de Carlos Paz, dio a conocer la política de la escuela tras ser consultada sobre el tema: “Para trabajar con un mismo código, respecto al uso de la lengua castellana, respetamos las normas de la Real Academia Española. No usamos la ´e´, la ´x´ o ´@´ para incluir como usan actualmente algunos grupos. No nos costó mucho adoptar esta política porque entre todos los directivos de la escuela expresamos que tenemos tres lenguas que enseña la Dante (español, italiano e inglés), por lo que, agregar un condimento como el lenguaje inclusivo, -siendo que aún no hay nada definido sobre la aceptación éste, es decir, nada normado sobre este lenguaje-, sería arriesgado usarlo desde una institución educativa. Podemos respetar las ideologías que lo sustentan, pero respetamos principalmente las actuales normas vigentes de la lengua”.

Además, Mentesana aclaró que “a los profesores que usan ese tipo de lenguajes, que son pocos, se les ha dicho que traten de no usarlo en la escuela porque el hablar, el gesto de enseñar en el aula, también significa aprendizaje. Lo que sí está claro es que puede utilizarse el lenguaje inclusivo como tema en sí mismo, porque los chicos preguntan y quieren saber por qué se usa en algunos lugares, qué significa y demás”.

En el caso de la Profesora y Coordinadora de CAJ (Centro de Actividades Juveniles), Guadalupe Gil, quien da clases en diferentes instituciones públicas de Punilla, como el IPEM 388 de la Comuna de San Roque, el IPEM 316 y en el IPEM 359 Umberto Illia, los dos últimos de Villa Carlos Paz, la reflexión en torno al lenguaje inclusivo adquiere mayor profundidad, acaso por las diferentes realidades que le toca abordar día a día en las instituciones por las cuales transita.

Utilizo el lenguaje inclusivo con mis estudiantes. Antes de que surgiera lo del lenguaje inclusivo, lo que solía hacer era reemplazar la ´o´ ó la ´a´ por una ´x´ o ´@´. Muchas veces lo uso, pero no siempre. En oportunidades sinceramente me cuesta implementarlo, no porque no lo pueda hacer desde mi pensamiento, sino porque en la escritura me sale más rápido que oralmente. Pero cuando hablo con ellas, ellos y ´elles´, -porque tengo estudiantes con identidades de género muy diversas-, he aprendido en la práctica, en las charlas y los encuentros que tenemos, a usarlo. En lo personal defiendo al lenguaje inclusivo porque hago muchos proyectos que tienen que ver con la inclusión, sobre todo de las personas con discapacidad. Pero volviendo al género, tengo estudiantes que están transitando por procesos de identidad de género, lo cual me ha llevado a reformular mi forma de pensar y hace,  en varios aspectos”, contó Guadalupe.

No obstante, a pesar de la postura a favor del lenguaje inclusivo, la docente consideró: “El lenguaje inclusivo no se agota incorporando el ´les´ solamente, sino que es necesario se haga carne en la práctica ciudadana, como sujetos de derechos, respetando a las personas a las cuales nos estamos refiriendo cuando lo usamos. Trabajando con las personas con diferentes discapacidades, aprendí a poner primero a la persona, y la palabra persona no lleva género-fijate-, uno no habla de ´les persones´, no tiene género la palabra. En ese sentido trato de que mis estudiantes puedan construir su lenguaje pensando siempre desde ahí. Desde la posibilidad de pensarse, reflexionarse y cuestionarse como personas, para luego pensarse como ciudadanos, como individuos que tenemos distintas identidades de género. Cada persona es única y en ese sentido, en la construcción colectiva, cada uno puede trabajar en pos de un objetivo en común”.

Queda claro que la inclusión no se agota en el lenguaje, pero éste puede permitirnos cuestionarnos e interpelarnos como sujetos de derechos para aportar nuestro grano de arena a la verdadera integración social.

En tal sentido, la profesora manifestó: “Todos somos víctimas de una sociedad patriarcal y este tipo de prácticas, que comienzan desde el lenguaje, si se complementan con acciones concretas de inclusión que conquisten derechos, puede ser un camino de deconstrucción de muchas cosas, un camino hacia el cambio para una sociedad más inclusiva de verdad” e insistió con la idea:

“Mi generación, -yo tengo 30 años-, ha naturalizado la sociedad patriarcal. Muchas veces, me he observado a mí misma reproduciendo cuestiones machistas, entonces, pensar en el lenguaje inclusivo nos permite interpelarnos y revisar nuestra forma de comunicarnos, pero como todas las cosas, no se agota ahí. Y como docentes pienso que tenemos que educar y tener una mirada esperanzadora y formar sujetos para la libertad, para que sean sujetos de derechos y no objetos de esta sociedad, pero bueno, eso implica observarse , mirarse hacia adentro”.

Por último, María Angélica Cesana, Profesora del IPEM 190 IPEM Carande Carro de Villa Carlos Paz, comentó: “En general no se habla de lenguaje inclusivo en mi escuela, ningún chico lo utiliza excepto una chica en quinto año que habló un día y el resto de los compañeros se burlaron y la descalificaron. En los otros cursos ningún otro chico usó el lenguaje inclusivo. Igualmente, cuando descalificaron a esta chica, trabajé como trabajo cualquier tema cuando siento que hay una discriminación o falta de respeto: siempre apostando a los valores que hay que reflotar desde la educación como el respecto a la diversidad, la tolerancia, la aceptación, la inclusión, y no solamente de género, porque pareciera que está de moda ahora, ya que hay muchas otras inclusiones que estamos dejando de lado, ¿cuáles? La discapacidad, la edad, el hecho de que alguien sea rubio, negro o boliviano, etc. En mi clase, siempre trato de respetar esto: la diversidad. Lo importante para mí es la esencia del ser humano”.

Sebastián Noceda y Fabián Rostagno.

La palabra de los jóvenes

Micaela Farías, de 15 años, quien cursa 4º año de Sociales en el IESS, opinó:  ”El lenguaje inclusivo lo uso pocas veces, más que nada cuando estoy en un grupo de chicas y chicos o algún otro género o sexualidad, para que todos se sientan identificados, pero no lo uso todos los días porque no es algo que lo tenga naturalizado. No es que me cueste, pero no estoy acostumbrada a hacerlo. Creo que ayuda a incluir a todos, pero muchos creen que su origen es la desestructuración del patriarcado, y eso no es así, porque no fue creado para incluir a la mujer, sino para incluir a los géneros no binarios, y entonces está mal cuando se piensa que surgió para incluir a la mujer.”

Además, la joven hizo hincapié en que le hubiese gustado que en la escuela fuera tratado el tema, no sólo por el lenguaje en sí mismo, sino para hablar de las ideologías que sustentan su uso, y como puntapié para hablar de la inclusión en general. “Nunca nos pusimos a ver el tema a fondo. Solo lo vimos un poco en lengua,  pero realmente estaría muy bueno que así sea”, reconoció.

Por otro lado, Fabián Rostagno, de 5º año  de la Orientación Naturales del IPEM 365 René Favaloro, expresó: “Es muy controversial para mí lo del lenguaje inclusivo. Personalmente no lo uso cotidianamente. En algunos ámbitos sí trato de usarlo para generar empatía. Ojo, no lo repudio para nada, pero sinceramente la lucha por la igualdad y la inclusión no pasa específicamente por el lenguaje inclusivo. Me parece que los pilares y las bases de esta lucha no pasan por ahí. De hecho, las personas que usan el lenguaje inclusivo no se mueven en diferentes lugares, se usa siempre en un mismo ámbito, es decir, no trata de expandirse, ni de concientizar ni de informar a las personas. Eso hace, primero, que la lucha por la inclusión no se expanda, y segundo, que a su vez produzca cierta reticencia en las personas que no lo usan, porque falta información al respecto. Igualmente me parece que suma a la causa por la igualdad, aunque lo importante es lograr igualdad de derechos para todos los géneros y subgéneros existentes.”

De la misma escuela, Sebastián Noceda, de 5º año de la Orientación Arte, manifestó su postura: “Yo lo uso pero más que nada por los subgéneros que hoy por hoy existen, para respetar la identidad de género de cada uno, y su ideología. No  lo uso si hay chicos y chicas solamente, ahí prefiero hacer distinción entre ambos géneros. Esto lo estuve analizando luego de leer un poco más sobre feminismo radical, que dice que el cambio del lenguaje, es simplemente una forma de ocultar aquel machismo instaurado en la sociedad. Si queremos ser inclusivos, decimos chicas o chicos, si hay que hablar más, hablamos más y listo. No comparto todas las ideas de esta corriente, pero esa sí. Ahora, cuando lo implemento, es por aquellos que no son ni hombres ni mujeres, los que aún se están definiendo sexualmente,  o los que no quieren, porque también existen esas personas y hay que respetarlas”.

El uso cotidiano del lenguaje inclusivo

El uso del lenguaje inclusivo es de uso cotidiano en minorías trans, travestis y no binaries, no sólo de Punilla, sino de todo el territorio nacional, y es para ellos una forma de acompañar las luchas políticas y sociales que llevan a cabo desde distintos frentes, para hacer valer sus derechos ciudadanos, pero fundamentalmente como seres humanos inmersos en una sociedad con muy poca tolerancia a la diferencia o diversidad, mal que nos pese.

“No necesitamos que nadie hable por nosotres, tenemos nuestra propia voz” decía Casandra Sandoval , Secretaria nacional  de la CFTTA- Convocatoria Federal Trans Travesti Argentina, a propósito de una nota realizada con motivo del “Primer Encuentro de Mujeres, Lesvianas, Trans, Travestis y no Binaries de Punilla”. Los motivos del uso del lenguaje inclusivo en su caso, caen de maduro. El lenguaje es también un territorio en disputa y ella lo sabe. Es la provocación simbólica,  acompañada de la acción, esa que pide tanto por la posibilidad de un trabajo digno para su colectivo frente al Congreso de la Nación, como la que recuerda a través de una manifestación callejera que ellas, ellos o elles, tienen los mismos derechos a vivir sin ser perseguidos, estigmatizados o asesinados.

 

 

[i] “La lengua degenerada”, El gato y la Caja https://elgatoylacaja.com.ar/la-lengua-degenerada/

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